lunes, 15 de febrero de 2010

Medianoche de verano

En la oscuridad
zombies deambulan buscando la eternidad de la noche
la felicidad superficial y etérea

Los observo y sonrío y,
de cierta forma,
empatizo con la esperanza de sus ojos enrojecidos por el acohol
y el trasnoche

miradas embriagadas de esperanza e idealismo
que intentan ocultar el cansancio
de una busqueda que ya parece eterna
pero que
al llegar cada noche
rejuvenece como el deseo carnal

tomo mi copa
y brindo por sus almas desesperadas

me embriago leyendo a poetas
que transitaron entre la noche
pesadillas
y letras

los vasos se llenan
las venas se colman de alcohol
los pensamientos se entumecen y entorpecen

cuando amanece
los zombies buscan su refugio
para ocultar sus fracasos
esperando a que se asome
nuevamente la luna

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El ocaso y las bellas

Cuando las bellas duermes
él sabe que ya no hay necesidad de levantarse
sabe que el destello que emana de las las bellas
estará extinto hasta nuevo aviso
entonces él ya cansado
al sueño sucumbe

Cuando las bellas despiertan
él profundamente duerme
y sueña con las bellas
mas ellas no saben de su existencia

Y así se pasa la vida
cronológicamente opuesta a su deseo
de estar con las bellas

Cuando la muerte finalmente lo llama
las bellas destellan de vida
sin horario ni restricciones
como árboles ancestrales

El en su testamento pidió
ser enterrado a la sombra de un gran pino cuya sombra
jamás dejara la luz filtrarse e iluminar
la lápida de su adiós

Ahora él ya no descansa
pues las bellas más radiantes que nunca
iluminan su sagrada oscuridad

La fama y el dipsómano

El dipsómano entró al mismo bar
que frecuentaba desde hace ya cinco años
desde que todo lo perdió
pero a él no preocupó

Bebió como poseso
el mismo vino de siempre
la misma cañita para olvidar

Pero esta vez el dipsómano ya no quería olvidar
para luego recordar
entonces el dipsómano a las fauces del metro se sumergió

El tren, a lo lejos, su nariz luminosa asomó
el dipsómano a su alrededor observo
para luego los ojos cerrar
entonces de su cuerpo se olvidó
y se dejó caer al camino que
para él
no tenía un destino preconcebido
sino que totalmente desconocido

Al día siguiente el dipsómano
las portadas de los diarios llenó
y por fin la fama encontró
y en una leyenda se convirtió

decidido al abismo

lunes, 5 de octubre de 2009

La gente y las máquinas

El trajín y la necesidad
continúan rugiendo

Por los parlantes suena God de Lenonn
¿Habrá Yoko acabado con los Beatles?

Un borracho se me acerca
"tiene un cigarrito, jefe" balbucea con olor a tinto rancio

Nada detiene la necesidad
el deseo, la agitación

Más vale, por ahora, olvidar

Me refugio tras una cerveza
Mientras, Lennon, ya muerto,
asesinado sin Yoko y sin los Beatles
Continúa divagando sobre Dios, ídolos y las deidades

Una micro pasa y hace sonar
su bocina endemoniada

Acabo la cerveza y continúo intentando olvidar
y Lennon sigue cantando desde el más allá

miércoles, 19 de agosto de 2009

Sinfonía de fondo

Oculto tras los parlantes
destellando mensajes desde
una lejanía omnipresente
Lennon me cuenta que
Dios es sólo un concepto
por el cual medimos nuestro dolor

El rugir de la ciudad
es tan abrumador
como la remota posibilidad
del amor eterno

Lennon ahora se detiene
toma un descanso
mientras la música continúa con la sinfonía
que dibuja su aura de poeta descreído

La gente máquinas el trajín y la necesidad
no paran de rugir
¿Habrá Yoko acabado con Los Beatles?

Un borracho se arrima a mi lado
"tiene un cigarrito", pregunta dejando una estela de
su halito avinagrado

Nada detiene la necesidad
el deseo la agitación

Más vale olvidar
pero
no se pueden olvidar a los muertos

Lennon fue asesinado
ya muerto sin Yoko ni los Beatles
se perpetúan sus cuestionamientos sobre Dios

¿Existe Dios?

La ciudad, mientras tanto, no para de rugir

martes, 21 de julio de 2009

Calles mojadas

Llueve a cántaros
como si Dios hubiese vertido un balde
como si Dios estuviese llorando
como si un niño hubiese muerto

Paseo por las calles
la gente circula con apuro
con el ceño fruncido
encogidos de frío

Los miro y sonrío
no es tan mala la lluvia
al menos se limpia el aire

Lo malo
es que lluvia no lava la pena
el dolor
la angustia
la desesperación

Al subir a la micro
imagino a una madre enterrando a su bebé
veo que llora
que no tiene consuelo
su rostro denota que todo
para ella
ha acabado
y la lluvia a enlodado su futuro

Al llegar a casa
tomo un café caliente
se empañan mis lentes
no puedo ver más allá de mis narices

Madre, no puedo sentir el dolor que te mata
y el café me quema la lengua

miércoles, 8 de julio de 2009

Sin sentido

Las últimas palabras
antes de caer en el sueño
brotaron de tu boca
como una gotera
como un accidente

inteligibles

Ya sabes cómo te conocí
así/perdida

Sigo sentado a tu lado
tus ojos permanecen aún cerrados
el alba ya se aproxima
son las 6 a.m.

A las 9 debo presentarme a trabajar
el cansancio y
la nostalgia de anoche
son mi desayuno

El sol aparece
la luz se cuela entre las cortinas

Abres un ojo
luego ambos

Te miro fijamente
acaricio tu pelo y
corro el mechón verde
que cae sobre tu frente

quito tu símbolo punky
tu disfraz de anarquista

Ahora ya me enfocas
sonríes
y eres lo más bello que he visto

"debo irme a trabajar", susurro en tu oído
"ya lo sé", respondes
y te giras hacia el costado opuesto
abrazas la almohada y
regresas al sueño

¿qué soñará?, me pregunto
¿con un mundo sin ley, con el caos, con la imposibilidad de ser feliz?

Beso tu mejilla
el sol ya brilla

Recorro el camino aceleradamente
debo llegar a tiempo
el trabajo no perdona

y sé que jamás te volveré a ver

sábado, 20 de junio de 2009

Sin editar

Luego de leer las últimas entradas de A.A, S. S y C.A,
en sus respectivos blogs. Me han quedado muchas ideas dando vueltas.
He sacado muchas conclusiones. Y, además, estos textos,
me han ayudado a formarme mi propia opinión. Sobre muchas cosas.
En fin. Creo que todo se resume en algo así:

Por lo general suelo leer lo que escribo una vez que he acabo.
Ahora, no sé por qué, he disidido no hacerlo. Esto no será pulido.
De todas formas , creo que la verdadera escritura
es la que nace en el primer impulso.
Esa extraña obligación que te llama
a acercarte al papel, o al teclado.
Como una droga en la que tarde o temprano, caes.
Y te absorbe.

Por todo aquello, pienso que el primer pensamiento,
el primer aliento de lo que, quizá, puede llegar a transformarse en una
aventura de largo aliento, o en otros casos de breve, no es lo realmente importante.
Creo que su dimensión no es lo fundamental,
la escritura simplemente es lo que es. Algo abstracto, inclasificable.
Eso creo.

Mi primer acercamiento a la literatura,
se produjo en 1999 -año que ahora parece tan lejano-
Casi como un antiguo sueño trasnochado.
O una novela que leí, hace mucho,
y de la que sólo guardo fragmentos de la trama total.
Pero los recuerdo. Aún ahora.

Antofagasta; estudiando periodismo, conociendo gente.
Viviendo la vida que, se supone, es la época inolvidable.
La edad en la que estamos más abiertos
a hacer pasar al mundo a nuestra casa...
aprender, disfrutar. A comenzar, no sabemos qué, pero a comenzar.

En fin.
Allá, en Antofagasta, fue mi primer acercamiento a la
lectura y escritura de verdad, pero de una nueva manera.
De una forma visceral.

No sé cuándo todo acabará.
Pero, y en respuesta a lo acabo de leer de C.A,
sobre si la literatura salva o no. Le respondería que sí.
La literatura sí salva, C.A.

Par finalizar, es un deber agradecer a aquellos que,
con el amor de un verdadero amigo ,
me incentivaron a leer y escribir.

Gracias querido C.D, K.B y sobretodo, A.A
amigo que aún se ha mantenido ahí - a pesar de la distancia-
y, por supuesto, a otro nuevo camarada,
mi querido joven gran amigo S.S

Ahora, pienso que lo mejor es dejar este mensaje hasta aquí.
Sin editar.

Pd/Advertencia: Esta historia corresponde a la realidad
pero, como sabemos, lo real, en la literatura, suele ser ficcionado.

martes, 9 de junio de 2009

Reunión de ciegos

Los ciego, al darse cuenta de lo postergados que iban quedando en esta sociedad,
decidieron revelarse ante lo que para ellos era una injusticia. Entonces,
los ciegos se agruparon para determinar juntos, como una cofradía, cómo enfrentarían
a la sociedad de videntes. Lo que frente a sus ojos se había transformado
ya en algo sin solución, sólo podía ser combatido mediante la fuerza. Para ellos,
los videntes eran ya el enemigo, y debían entablar una guerra en su contra.

Unidos, los casi 2000 ciegos discutían el plan y las acciones a seguir;
su estrategia de ataque. Sin embargo, las opiniones eran tantas y
tan diversas, y el caos era tal que todo acabó en una monumental gresca.
Los ciegos ahora se peleaban entre sí.

Usando sus bastones como armas, empuñándolos y batiéndolos como espadas
se golpearon si tregua. la gran mayoría no acertaba los golpes, otros
simplemente no sabían a qué golpeaban.

Finalmente todos se tranquilizaron. Sentados ya, más tranquilos,
comenzaron a meditar. Finalmente, abrieron sus ojos fijando sus
blancas e inútiles pupilas en el infinito horizonte de la oscuridad,
y se dieron cuenta de que no tenían nada que hacer. Jamás podrían
sublevarse al poder de los videntes, pues la diversidad de su
puntos de vista era simplemente insalvable.

lunes, 18 de mayo de 2009

Gracias por el fuego, don Mario

Ayer, domingo 17 de mayo murió uno de mis escritores más queridos. Un hombre que vivió la literatura hasta el fin. Un hombre que luchó por la libertad. Un hombre con rostro afable y sonrisa fácil. Un escritor que jamás callará. El legado de Benedetti permanecerá por siempre.
Benedetti; un deleite inmortal. Acá uno de mis cuentos favoritos.





La noche de los feos



1
Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo."¿Qué está pensando?", pregunté.Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma."Un lugar común", dijo. "Tal para cual".Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo."Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?""Sí", dijo, todavía mirándome."Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida.""Sí."Por primera vez no pudo sostener mi mirada."Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo.""¿Algo cómo qué?""Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas."Prométame no tomarme como un chiflado."
"Prometo."
"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata."Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico."Vamos", dijo.
2
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.