El dipsómano entró al mismo bar
que frecuentaba desde hace ya cinco años
desde que todo lo perdió
pero a él no preocupó
Bebió como poseso
el mismo vino de siempre
la misma cañita para olvidar
Pero esta vez el dipsómano ya no quería olvidar
para luego recordar
entonces el dipsómano a las fauces del metro se sumergió
El tren, a lo lejos, su nariz luminosa asomó
el dipsómano a su alrededor observo
para luego los ojos cerrar
entonces de su cuerpo se olvidó
y se dejó caer al camino que
para él
no tenía un destino preconcebido
sino que totalmente desconocido
Al día siguiente el dipsómano
las portadas de los diarios llenó
y por fin la fama encontró
y en una leyenda se convirtió
decidido al abismo
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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