Los ebrios deambulan como zombies
como buscando su alma
en una caja de vino
Los ebrios pululan
entre el gentío,
entre oficinistas de traje y
mujeres ocultas en maquillaje
Cuando llega la noche
los ebrios a un banco se arriman
acomodan sus sucios cuerpos
y miran a la luna,
entonces lloran
lloran como niños
De sus ojos brotan
una tras otra
las últimas gotas de resistencia
sus barbas de rojo se tiñen
no sé si de sangre o de vino
viernes, 24 de octubre de 2008
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1 comentario:
A ratos es sangre y a ratos vinos. Es cierto, los ebrios pululan y lloran, pero también son más felices que cualquier hombre o mujer en la faz de este planeta cuando sienten en sus gargantas un trago de cerveza para aplacar el calor, o una piscola con 3 hielos y Coca-Cola para pasar las horas muertas, míseras, en un bar. O cuando caminan con una petaca de whisky barato, que destapan a intervalos (más próximos entre sí que distantes) por la calle. Los ebrios, benditos sean los ebrios, amigo querido.
Simón.
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